Victoria Veliz - Artesana Ancestral
VICTORIA VELIZ
Tejido plumas, Ollague.
Nació el 8 de noviembre de 1959. De etnia Quechua, es casada y madre de 9 hijos (as). Tejedora de guantes de pluma de ñandú y patos; de medias, mantas gorros y todo para pasar el frio del altiplano. Aprendió a tejer a los 8 años, le enseño su abuelita. Dedica seis horas al tejido, que comparte con algunas de sus hijas en su acogedora casa. El resto de su tiempo esta con sus animales (llamas y ovejas). Pertenece a la Asociación de Artesanas Killa Wasi de Ollague
El viento susurra
suavemente entre las rendijas de las casas, a lo lejos se asoman nubes rojez de
greda quemada en la limpieza de los prolongados atardeceres. Ollague, algarabía
de los tiempos ya difuntos.
Nos encontramos con una importante construcción de piedras volcánicas, realizadas en el esfuerzo titánico de mantener tradiciones casi perdidas, es el taller de mujeres artesanas “KILLA WASI”, allí nos recibe una mujer delgada de aspecto frágil, con profunda mirada, de gestos ansiosos y el rictus inmutable de su rostro interrumpido solo por el habitual masticar de la coca, casi a hurtadillas y con premura se prepara para comenzar su tarea.
Las guallatas
silvestres, perdices y ñandúes ponen huevos en los piños de las rocas, allí los
nidos están cubiertos de un suave plumón. Con el esfuerzo de antaño Victoria
acude a recoger la pelusa de plumas soltadas por las aves que “Antes abundaban
y hoy son escasas”. Es un trabajo minucioso y cansador, pues debe encontrar
nidos desocupados. Una vez en el taller, con su equipaje de plumas y con
dedicación comienza a separar la paja de la pluma. En su mano ágil rueda el
huso hilando lana, también las plumas, va enrollando, pluma volando y al fin la
madeja terminando.
La madeja lista, de implemento aros de bicicleta hacen de rústicos palillos, pequeños y flacos. Veinte puntos pares, cinco en cada palillo, teje haciendo círculos a la medida de la mano, teje y teje seis vueltas abajo separando los otros cuatro, los dedos se terminan disminuyendo de uno en uno hasta cerrar el aro; toma la última vuelta y el guante es rematado.
Cosas curiosas hemos encontrado en nuestras andanzas: pueblos que parecen deshabitados pero donde vive gente amable, gente sabia; paisajes de grandes contrastes, verdores en medio de la nada, peces en laguna de salares, pero aquí, en este desconectado pueblo de Ollague, nos hemos sorprendido, acariciado y abrigado con lo más suave y tal vez lo más raro, - los guantes de pluma- tejidos por Victoria Veliz, tesoro humano vivo en el arte ancestral de tejido con lana y pluma.
Referencia:
- Libro Artesanas Ancetral, financiado por CORE, 2011
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